lunes, 4 de abril de 2011

Mujeres en bicicleta. Tacones y pedales: belleza y actitud en equilibrio

Mujeres en bicicleta. Tacones y pedales: belleza y actitud en equilibrio

Las mujeres en bicicleta cambiaron la política, la moral, la moda y la economía con su sensual zig-zag desde 1890. Hoy siguen causando revuelo al pedalear por la libertad femenina y la movilidad urbana.

  • 2011-04-02 | Milenio semanal

 
Del 23 al 25 de marzo pasado, se realizó en España el Congreso Internacional Velo-City Sevilla 2011, el Ciclo de la Vida, que contó con la participación mexicana de Mujeres en Bici, grupo dirigido por Martha Eréndira, Helga Marie González-Nieves, Maritza Montero y Paola Gómez. “Lo único que nos detiene es el freno de nuestra bici”, afirmaron durante el Paseo en Bicicleta con Tacones, recorrido de altura sobre Reforma con el que celebraron dos años de rodar.
“CELESTE”, LA BICICLETA MUJER
En 1895, la reina Margarita de Italia mandó traer al mejor fabricante de bicicletas. De Milán se presentó Eduardo Bianchi, quien le tomó la medida a Su Majestad y fabricó la primera bici diseñada para mujer: una Safety cycle (las dos ruedas del mismo tamaño) con el tubo superior del cuadro curvo para subir y bajar fácilmente. La pintó del color de los ojos de la Reina y la llamó “Celeste”. Ante la petición real para que le enseñara a pedalear, Bianchi abrió la primera escuela de ciclismo femenino.
Las mujeres ya habían tomado las calles de Estados Unidos en bici. El 23 de abril de 1895, el Indianapolis Weekly reportaba: “Hace cinco años, cuatro mujeres pedalearon por primera vez aquí, para el profundo disgusto de los caballeros de la ciudad y el más profundo disgusto de las damas. Ahora las mujeres que pedalean son legión y su número se incrementa”. Este flujo masivo de mujeres ciclistas es para David V. Herlihy, autor del libro Bicycle, “la consecuencia social más importante del boom de la bicicleta”.
Las pioneras del ciclismo femenino no empezaron por moda, deporte o pasatiempo, sino que para ellas pedalear era una causa: mejorar sus condiciones de vida, afirmar la independencia y la igualdad. Para demostrarlo, en 1896, Margaret LeLong pedaleó desde Chicago hasta San Francisco, dos mil 982 kilómetros, con su polvera y un revólver. Las mujeres en bici eran mal vistas, sobre todo por los defensores de la decencia, quienes consideraban inmoral que las féminas pedalearan. Se advertía seriamente sobre la imposibilidad de tener hijos, el uso de ropa indecente, las relaciones impropias con desconocidos y ese acto depravado de frotar los órganos sexuales con el sillín. A pesar de esto, el ciclismo femenino estaba en marcha y ganaba terreno.

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