lunes, 28 de marzo de 2011

¿Pueblo Bicicletero?

Para Miguel Villarreal por su paciencia en nuestras Biciérnagas Bicicleteras.

La vida es como andar en bicicleta, para conservar el equilibrio hay que mantenerse en movimiento -Albert Einstein-

¿Pueblo Bicicletero? Se sonrojó y río burlándose: "¿cómo a una organización se le puede llamar Pueblo Bicicletero?" Eso decía un maestro pensando en que teníamos todo en contra, incluyendo un nombre tan “poca cosa”, tan fuera de cualquier idea de "desarrollo" y "progreso", tan "cursi"...

Han pasado los meses, no ha sido fácil colocar el tema en la agenda ciudadana y gubernamental en una ciudad donde el uso de la automóvil se establece como prioridad desde la cultura ciudadana hasta la infraestructura –sin pretender debatir qué es primero, puesto que las dos limitantes existen-. Tan sólo mencionar que la mayoría de los automovilistas conducen solos por la ciudad. El promedio en la Zona Metropolitana de Monterrey es de 1.1 personas por auto, ¿se imagina lo que esto implica en tiempo, traslados y espacios?

Si a eso le sumamos lo que reveló un estudio reciente de la Universidad Católica de Lovaina y la Universidad Hasselt, comprenderemos que estar parados en el estacionamiento llamado tráfico es también un factor desencadenante de 7.4 por ciento de los infartos. De tal forma que no sólo se pierde tiempo y dinero, también salud: la suya, la colectiva y la del medio ambiente.

Éste no es un movimiento en contra del auto, es una propuesta para movernos de manera sustentable e integral. La ciudad necesita un urbanismo inteligente en el que las calles, que son el punto de encuentro común, nos regresen a la convivencia, la cohesión social y el rescate de nuestros espacios públicos que hemos perdido. 

El uso de la bicicleta, entonces, se asume humano, en tanto que los traslados nos permiten generar energía con nuestro propio cuerpo, tener contacto nuestros vecinos y abrir nuestros cinco sentidos al entorno en el que vivimos. Por supuesto, no se hace en automático porque debe complementarse con un transporte público de calidad y ciclovías que aseguren a los usuarios. 

Este domingo 27 de marzo con el paseo recreativo San Pedro de pinta, el esfuerzo que el Instituto de Planeación Municipal de San Pedro, las empresas y las áreas de la administración pública convocadas; como toda la imaginación, creatividad y voluntad del Colectivo Biciérnagas Bicicleteras, con el apoyo de Pueblo Bicicletero, para que se realizara,  le devuelvan, en un primero paso, el sentido de lo público, lo lúdico y lo común a la calle.

Pueblo Bicicletero y Biciérnagas Bicicleteras son mucho más que un nombre que está a años luz de ser “poca cosa”. Hoy, se han convertido en la referencia y los pioneros en el estado de Nuevo León, en San Pedro y en el país como los ciclistas expertos y expertas en papel (porque se han sumergido en el conocimiento hasta el tuétano para entender este tema),  pero más allá: en la experiencia de crear una nueva ciudadanía para una nueva ciudad, mucho más humana, sustentable, incluyente y segura.

Nota compartida por Indira Kempis.

lunes, 21 de marzo de 2011

Andar en bici es ejercer ciudadanía | El blog de ANCA

Andar en bici es ejercer ciudadanía | El blog de ANCA


Andar en bici es ejercer ciudadanía

Por: Alberto Serdán / @albertoserdan
Yo confieso que usé coche. Fue mi ilusión de juventud comprarme uno. Lo usaba todos los días. Andaba por la vida echando humo para “llegar rápido” a donde sea. No creí que andar en bici me fuera a dar más caché ni que me hiciera más galán. Tampoco que me cambiaría la vida. Mis amigos la usaban y debo decir que sentí mucha, mucha, curiosidad.

Entonces decidí ir a la calle de San Pablo y con el padrinazgo de Andrés Lajous encontré el modelo de mis amores. Me puse a estudiar el Reglamento de Tránsito y me ocupé de responder las inquietantes preguntas que acompañan una decisión como esta ¿estás seguro? ¿no es peligroso? ¿tienes casco? ¿lucecitas? ¿cadena? ¿seguro médico?

Una de mis primeras alegrías al usar la bici fue ir más rápido que los coches. Descubrí que el tráfico no solamente agobia sino que aprisiona y que la ira que llegué a experimentar detrás del volante desaparecía al andar en bici. Obtuve mi libertad. Gané plenitud. Disfruté el poder.

Y algo más. Descubrí que en la bici ves otra ciudad. Las jacarandas son más moradas y abundantes. Las personas tienen expresiones. Pude decir buenos días a extraños, al policía. En fin, cosas que encima del coche, simplemente, no supe apreciar. Se develó ante mi una ciudad más humana. Más real.

Esta oda a la bicicleta, a la “maquina libertadora”, reivindica mi derecho a la recreación, al tiempo y al espacio propios. A la posibilidad de ejercitar mi cuerpo y mi vida. De ir más allá del punto A al B en que se habían convertido mis largos, estresantes y aburridos trayectos en coche.

Pero descubrí algo más: el ejercicio liberador del uso de la bicicleta la experimentaron las mujeres británicas y estadounidenses hacia finales del siglo diecinueve. Susan Anthony dijo en 1896 que la bicicleta “hizo más para emancipar a la mujer que cualquier otra cosa en el mundo. Da a las mujeres un sentido de libertad y autoconfianza”.

En efecto, las mujeres obtuvieron movilidad y dejaron de depender de los hombres para trasladarse, conversar, convivir y, además, transformó a la industria textil al promover prendas más cómodas y olvidar el corsé. Más aún, fue objeto de devoción de las “sufragistas” que luchaban por el voto femenino.

De esta manera, el uso de la bicicleta se transformó de una experiencia individual a un ejercicio político de libertades. En la actualidad, no es gratuito que el activismo a favor de abrir el sistema y ampliar la democracia tenga una cierta conexión con la bicicleta.

Así, por ejemplo, en 2009 desde la Asamblea Nacional Ciudadana lanzamos la iniciativa ¡Ya bájenle! con el propósito de reducir el dinero a los partidos políticos. En señal de exigencia, más de 250 mujeres y hombres pedalearon en una bicicleta conectada a un foco que permaneció prendido durante 24 horas seguidas al pie del Ángel de la Independencia.

El uso de la bicicleta puede ir más allá. Es un símbolo de la exigencia ciudadana para construir la ciudad que queremos. Una ciudad más humana, sustentable, habitable, apapachable. Una ciudad construida por todas y todos.

Esa aspiración está amenazada por los grandes negocios que representan las obras de infraestructura que atentan contra la ciudad: Supervías, Segundos Pisos, pasos a desnivel. Un ejemplo, en su idea de ciudad, el Centro Cívico de Chicago pasó de ser un lugar de encuentro a un nudo vial. La ciudad, una vez más, se deshumanizó.

Y el proceso es el mismo: compadrazgos, favoritismos, madruguetes, falta de información, falta de consulta, protestas, represión. Así, la idea de ciudad se vuelve un campo de batalla en el mejor de los casos, franco agandalle en la mayoría de los mismos. Mover coches y no personas, es la consigna. Abultar billeteras, también.

¿Qué podemos hacer para reclamar nuestro derecho a la ciudad? ¿cómo podemos recuperar nuestro espacio público? ¿cómo le hacemos para transformar la realidad de nuestras ciudades? ¿qué debemos hacer la ciudadanía para disfrutar de las sonrisas y de los “buenos días” en la calle?

La bicicleta nos recuerda su carácter subversivo. En Guadalajara, un grupo de jóvenes con 12 mil pesos juntados en coperacha se dispusieron a pintar su propia ciclovía luego de que el Plan Maestro del gobierno metropolitano las dibujara en un mapa sin darles presupuesto. Por tanto, sin construirlas. O sea, atole con el dedo.

Reivindicando su derecho a hacer ciudad, estos jóvenes echaron mano a la pintura, vuelo a la imaginación y compromiso a su ciudadanía. Tomar la ciudad en nuestras manos es también una defensa ciudadana por nuestro derecho a la vida. Las bicicletas blancas representan a ciclistas que murieron atropellados. Luchar por carriles y señalización, es un ejercicio político por la vida.

El ejemplo cunde y desde aquí hacemos un anuncio: en el Distrito Federal el próximo 21 de marzo a las 11 de la mañana se pintarán banquetas, donde no las hay, en el Puente de los Poetas rumbo a Santa Fe. Es la era de las #Wikiciudades donde el espacio público es apropiado por una ciudadanía anónima y comprometida.

La bicicleta es un instrumento; el propósito, apropiarnos del espacio público para hacer ciudades para todas y todos. En su libro Fuego Cruzado, Marcela Turati nos recuerda lo fundamental que es recuperar el espacio público ante la deshumanización que provoca la violencia. Reconocernos como pares, recuperar las calles, arrebatárselas a las balas, a la ira, a la sinrazón.

Ello implica aparentes sacrificios personales como dejar el coche en casa o, mejor, convertirlo en jardín. Multiplicar estas prácticas, hacerlas visibles, difundirlas con rapidez, hacerlas experiencias ligeras y divertidas es nuestra tarea. Implica cambiar nuestras prioridades y motivaciones.

Implica ver más allá (con la ayuda de nuestros mejores amigos) para tener la ciudad que queremos y la calidad de vida que merecemos. La movilidad va más allá de ir del punto A al punto B en el menor tiempo, el mayor confort y la mayor sustentabilidad posibles.

Es la conciencia de que la ciudad que queremos está en nuestras manos. El futuro ciudadano que queremos, también. Andar en bici es un buen comienzo. Usar la bici, es liberador. Recorrer la ciudad en bici, es de galanas y galanes. Movilizarse en bici, es también ejercer ciudadanía.

jueves, 3 de marzo de 2011

Así se vive desde una Cultura de Paz



Así se vive desde una Cultura de Paz

Lo que mas ha llamado mi atención durante el diplomado en Cultura de Paz ha sido el tema de los “Niveles de  Violencia”. Esta división me ha ayudado a entender  desde donde puede iniciar un trabajo para promover una Cultura de Paz.
Los diferentes niveles de la  violencia son: estructural, cultural y directa, siempre de la mano una de otra. Es decir si estamos en el nivel de plena expresión de la violencia ésta será debido a una reacción ante estructuras (violencia estructural), creencias y costumbres abusivas (violencia cultural).
Desde el inicio del tema fue muy revelador identificar estos niveles en las personas,  pero lo que amplió mi perspectiva fue el entender que esos tres niveles de violencia existen también en las ciudades y en la forma en que están constituidas.
Hablaré del ejemplo del uso de los vehículos motorizados como única forma de movilidad.
Culturalmente, por creencia y costumbre, hemos validado a los automóviles como las máquinas que mueven nuestra vida, se han convertido en dueños de nuestros traslados, de nuestro comportamiento, de nuestro tiempo y de nuestro dinero. Nos sentimos a fines a su carrocería, a sus colores y formas hasta ser considerado como un artefacto que satisface nuestras necesidades de pertenencia y la movilidad queda en segundo plano. Construimos las ciudades e inmediatamente se le da su lugar, darle espacio al automóvil sigue siendo símbolo de progreso y de campaña política, ¡entre más carreteras mejores ciudades! Esta forma de organización nos refleja cifras alarmantes como la presentada por la Organización Mundial de la Salud en el 2008, donde indica que la primera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años es por accidentes en automóvil o las más recientes estadísticas que tienen a México en los primeros lugares de enfermedades causadas por el sedentarismo y la mala alimentación.
Identificamos en este ejemplo la expresión de la violencia directa, con los datos que arroja el estudio de la OMS, también la legitimación cultural de los ciudadanos/as con el uso desmedido del coche y la desacreditación de actividades, como caminar y andar en bici. Todo esto alimentado por una estructura que no favorece otras formas de movilidad urbana.
Así, la violencia puede ser alimentada desde la estructura de las ciudades y hacer la diferencia entre pasar horas estresados en el tráfico con ruido y calor, y tener prácticas sustentables que permitan trasladarnos de manera rápida, segura y sin afectar el entorno.
 Cambiar nuestros hábitos de movilidad utilizando alternativas que nos acerquen a las personas, cambiar a  medios más sustentables y participar en las decisiones de proyectos municipales y de gobiernos cambiará la expresión de la violencia por la expresión de la Paz.
Muévete en bici y camina, haz ejercicio mientras llegas a tu destino, experimenta la sensación de libertad en movimiento, toma un transporte colectivo y lee un libro mientras llegas a tu destino. Cambia tus prácticas hacia una Cultura de Paz.
Miguel Villarreal
Coordinador del Taller de Formación Social en la Universidad de Monterrey
Voluntario en el colectivo ciclista Biciernagas (www.biciernagas.blogspot.com)


Esta nota fue escrita para el Boletín de CreeSer "Información para la Paz" en donde se comparte la experiencia en el Diplomado de Cultura de Paz y los niveles de violencia que se pueden percibir en las calles.
CreeSer es una organización civil que, attravés de proyectos educativos promueve la construcción de una Cultura de Paz.



Vínculo para leer el Boletín:
Así se vive desde una Cultura de Paz